Si el alto al fuego
fuese una transición hacia la paz
nuestros ojos no deambularían entre la indiferencia
y aceptarían que en el alma de un color primario
hay una serie de colores desconocidos mezclándose
que en la rapidez no hay profundidad
y que el verdadero aprendizaje es asumir la ignorancia esencial
que nos obliga a la búsqueda
que nos prepara para recibir
la riqueza que distribuye la diferencia del otro.
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